Hacia el norte de Buenos Aires, en el barrio La Lucila, a unas cuadras de la costanera, nos encontramos con La Bataraza, un restaurante muy tradicional y pequeño con una oferta gastronómica clásica y casera.
Con empleados muy amables y simpáticos, te abren las puertas a un ambiente que se tiñe de la apariencia del living de un hogar, con chimeneas, un bar, pared de ladrillos, generando un clima cálido en compañía de platos abundantes hechos en el momento.
Parte de las opciones que se ofrecen son: pastas caseras (tallarines, ravioles, raviolones, ñoquis y sorrentinos) con variedad de salsas a elegir; pescados (merluza, merluzón, lenguado y abadejo) con distintas salsas y acompañamientos; minutas como lomo grillé, milanesas, carré de cerdo agridulce o con chutney, supremas o strogonoff. Las entradas del día por excelencia, que debo admitir que la gran mayoría de los comensales pedían, eran los bocadillos o croquetas de acelga. Muchos de estos platos pueden pedirse como ½ porción o entera, que es mejor para compartir.
En nuestro caso, probamos el crispy chicken con papas fritas, muy crocantes con la pechuga jugosa. Por otro lado, los raviolones que son rellenos de puré de calabaza y los sorrentinos de 3 quesos; ambos platos con salsa Bataraza, similar a la parisienne pero sin champiñones. También, elegimos uno de los platos del día: merluza a la pimienta con puré. Todos los platos eran abundantes, con mucho sabor y bien caseros, en armonía con el lugar.
No podían faltar los postres clásicos como apple crumble con helado, marquise, tiramisú, cheesecakes y panqueques. Bien potentes para compartir. Hay buena relación de precio-calidad, es accesible y son platos para terminar pipón pipón.
Tener en cuenta que hay que ir con tiempo; el restaurante se llena desde temprano, es chiquito y se hacen largas filas para esperar.
Dirección: Rawson 3889.
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